Las razones globales son muy claras aunque a veces no las tengamos tan presentes. Son aquellas que se enfocan en el cuidado del planeta y sus habitantes. La agricultura ecológica respeta la biodiversidad, los tiempos de barbecho y cosecha. Y no ensucia el planeta con desechos tóxicos como pesticidas o abonos químicos.
La historia de los químicos industriales está plagada de casos de productos que pasan los controles primarios. Se usan durante años antes de descubrir fatales consecuencias a largo plazo para los seres humanos o el medio ambiente, como por ejemplo pasó con el DDT. Los métodos tradicionales de agricultura llevan milenios de ensayo y error, no hay fallo.
Además la agricultura ecológica respeta la dignidad y la salud de los que la trabajan. Se trata de pensar en qué planeta y qué sociedad queremos que hereden nuestros nietos.
Respecto a las razones egoístas, al comer ecológico sabes lo que comes. No son alimentos transgénicos (con todos sus riesgos cada vez más comprobados). Los pesticidas no se usan, ni los abonos químicos. No se aceleran las cosechas de forma artificial. Pasan controles mucho más estrictos de calidad, no sólo el producto final sino su producción y entorno. No se tratan de formas inimaginables para mantener su aspecto (sin radiación, ceras y demás maquillajes).
Nuestro cuerpo gasta mucha energía en enfrentarse y limpiar todos estos tóxicos, y a veces no lo logra. Esto podría estar favoreciendo ciertas enfermedades.
Pero además, muchas veces nos alimentamos con macronutrientes (proteínas, hidratos o grasas) pero “vacíos”. No recibimos los micronutrientes que deberían ir también, y que tan importantes son para el mantenimiento de la salud. Como son las vitaminas, oligoelementos, minerales, enzimas.
La mayoría de nuestra alimentación se basa en productos “muertos”. Bien por el procesado que nosotros le damos tras comprarlo (conservación y cocinado). Bien porque ya en origen se les ha sometido a procesos de maquillaje y conservación que inactivan sus enzimas y oxidan las vitaminas.
Los productos ecológicos de temporada a veces se pueden “pochar” más fácilmente o más rápido. Pero conservan más nutrientes y todo su sabor. Están “vivos”.